El sueño del Rayo.
óleo sobre tela.
15 x 19,5 cms.
2022.





S/T
Lápiz pastel seco sobre papel.
70 x 60 cms.
2021. 








S/T
óleo sobre tela.
29 x 29 cms.
2021.



 

CAJA MADRE por Marcos Arcaya Pizarro



Divago, pienso en la pintura que encabeza esta entrada, pintura del artista visual, residente en la ciudad de Iquique, Cristobal Betancourt, una de su serie de tres bajo el título Retratos (2008). Pienso en esa pintura a razón de estar leyendo un ensayo de Iuri Tiniánov.

Remedo en el párrafo que sigue a Tiniánov (lo traiciono en principio, aunque espero serle fiel en lo profundo) y reproduzco a mi modo la desaparición de Cristobal, su paso a un lado.

Confío en lo que escribo (¿?), no dejaré de hacerlo (de escribir). Al mismo tiempo tengo la certeza de que, así como Cristobal, no he creado ni siquiera un relato de mí, donde lo biográfico se ofrezca como una literatura oral, apócrifa. Con la desaparición biográfica condeno mi escritura a la desaparición.

Una certeza: que yo desaparezca y con él mi escritura, que no sea de otra forma. He allí no libertad creadora ni línea teórica o manifiesto, sino una necesidad personal.

¿Por qué seguir escribiendo? No lo sé, mas atisbo una verdad en lo que sigue... y un poco me relato, me (des)escribo, miento.

Cuando yo estudiaba en el Liceo Industrial A-16 de La Calera (entre los 13 y 15 años), mi padre, quien creo que nunca terminó el colegio (Educación Básica, Primaria, etc., que ya se entiende), me habló un día en el patio de la casa sobre pintura, pues fue pintor de oleos hace mil vidas. Me dijo que primero se aprecia pintura, cuadros, obras, y antes que pensar se siente aquello que se observa, y que si él pintó después fue porque quiso estar más cerca de aquello inexpresable que admiraba, quiso ser aquello, y que en esa empresa imposible al mismo tiempo una honda pena pero también un honor: el de sentir placer frente a la obra, y en ese placer dejar de ser, un poco, y ser más pleno.

Apunte

 LA RARIFICACIÒN DEL OJO.
APUNTES SOBRE LA OBRA DE 
CRISTOBAL BETANCOURT LISPERGUER.


“El modo en que el hombre vive el arte es el que debe informarnos sobre su esencia. La vivencia no es sólo la fuente de la que emanan las normas que rigen el deleite artístico, sino también la que rige la creación artística”
El origen de la obra de arte, Martin Heidegger.

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La obra de arte es una construcción poética fundada en el enfrentamiento de escenarios antagónicos en la cual permanece inmutable y trascendente. La abstracción implora un espacio con sentido que se va memorando y materializando a través de conductos narrativos y grietas rellenadas de silencio, la vía de escape al ruido sucumbe en la figura fragmentada que persiste en escapar de sí misma, tratando de huir de lo que es y representa.
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El lenguaje pictórico es un acto de purificación controversial que ante el ojo cotidiano parece ser incongruente, las veladuras mediante sus pinceladas no son capaces de ocultar lo que ya es patente y público, causando la sensación de un espacio que estalla y se incrusta como esquirlas a través de cada trazo. Los colores huyen de la tela como escapando fortuitamente de esa realidad silenciosa y negada; y la figura se expande sin delimitación clara ni definida.
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En la vivencia de la obra esta deja de ser posibilidad y se convierte en acto puro, consolidándose y extendiéndose en el espacio y el tiempo pictórico en el cual se encuentra. La materia cobra sentido y dirección contemplándose a través de múltiples sensaciones que nos llevan a la comprensión absoluta de la manifestación artística.
 C.B.